martes

En 1988 yo era un recién llegado a Madrid. Compartía piso con tres amigos y la novia de uno de ellos. Se llamaban Alejandro, Pablo y Patxi. Ella se llamaba Fátima pero se hacía llamar Fa. Era un piso grande, lleno de habitaciones, que Alejandro había heredado de sus abuelos. No sé si sus abuelos habían fallecido o si simplemente se habían jubilado y se habían mudado al pueblo, nunca lo pregunté. Pagábamos una cantidad miserable por la habitación, algo así como quince mil pesetas por cabeza. Era precio de amigo, precio de muy amigo. A cambio soportábamos la presencia de Fa.

- Aquel año hubo una huelga general contra el gobierno de Felipe González. Nicolás Redondo le dijo en la televisión a Carlos Solchaga que su problema "eran los trabajadores". El país entero se paralizó. Luego hubo una manifestación multitudinaria. Yo participé en ella. Durante años conservé la bandera que me dieron unos sindicalistas de Comisiones Obreras con la que pretendí hacer la revolución.



Por su parte, Felipe González se mantuvo en el poder siete años más. Durante este tiempo afloraron incontables casos de corrupción. Durante este tiempo ejerció una sistemática tarea de demolición de toda oposición de izquierdas.

- Unos meses más tarde, pasó por Madrid Daniel Ortega. Patxi y yo fuimos a escucharle. Por aquel entonces, Ortega, que acababa de refrendar en las urnas el triunfo revolucionario de cuatro años antes, vivía acosado por "la contra" norteamericana y por un guerrillero de ideología cambiante llamado Edén Pastora y apodado el Comandante Cero. El auditorio del Centro Cultural de la Villa de Madrid se llenó de un público enfervorecido que, puesto en pie, gritaba: "Nicaragua vencerá". Un año después Ortega perdió las elecciones.

- El nueve de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Los países del socialismo real se revolvían contra su propio pasado y la era de los bloques parecía llegar estar llegando a su fin. El veinte de diciembre de aquel año me subí a un tren que me llevara a pasar las navidades con mi familia pero, antes de hacerlo, me despedí de mis compañeros de facultad con un "siempre nos quedará Ceaucescu". Dos días más tarde, mientras los niños de San Ildefonso cantaban la lotería, los rumanos se levantaron contra su gobierno. Tres días después Ceaucescu y a su mujer fueron ejecutados.

Creo que está claro porqué me llamo Leopoldo. Para desencanto el mío y no el de Panero.

4 comentarios:

  1. Y un chino que volvía de la compra en junio de 1989, se encontró con un tanque y lo paró, haciendonos ver que la china de mao, se la habían fumado los cuatro amigos ( y la viuda creo recordar)

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  2. El primer párrafo me recuerda una peli española que vi hace mucho tiempo y no recuerdo el nombre.
    El piso era de la abuela de uno de los chicos. Uno de los inquilinos se pasaba el día fumando canutos. Otro de los chicos estaba enamorado de la novia del compañero y se mataba a pajas pensando en ella. Ella estaba enrollada con el vecino de arriba que era un artista bohemio y la puteaba de mala manera.
    Al final uno de los chicos (el pajillero) robaba el dinero que todos tenían en un fondo común y se escapaba a Brasil, a bailar samba.
    Un peliculón...

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  3. Leo, creo que tienes que follar más y olvidar el pasado. El desencanto se olvida después de correrse tres veces seguidas habiendo fumado maría. Conciencia histórica,sí; pero recuerdos menos nítidos.

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  4. Bellaluna, cuando quieras nos ponemos a ello.

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