Me he abierto un perfil en algo llamado Facebook. No estoy demasiado al tanto de estas cosas pero, al parecer, es una web que te permite encontrar a gente de tu pasado a la que tenías completamente perdida la pista.
Después de rellenar un par de cuestionarios y añadir una fotografía en la que no aparezco demasiado mal he comenzado a buscar. David Gimeno no está. Fernando Santos tampoco. Martín Feo, no, ni Pedro San Juán, ni Manuel Rodríguez, ni Blanca Ustáriz, ni Julián Ortigosa, ni Dionisio Alvarez, ni "la vulpina", ni Eugenia, ni "la inocente morena", ni Pablo, ni Alfonso, ni Alejandro, ni Jorge, ni "Pichota". Nadie.
Tranquilo, es posible que Facebook no esté tan extendido como dicen. He repetido la búsqueda de sus nombres en Google. Nada. Ni la más mínima referencia. Siento un sudor frío y empiezo a pensar en lo peor. ¿Es posible que ninguno de ellos haya hecho nada como para que su nombre aparezca en internet? Es muy difícil, en internet se aparece por millones de motivos. Apareces si te ponen una multa, o si te sacas una plaza de funcionario, o si te casas, o si tienes amigos que se acuerdan de tí, o si te apuntas en un concurso, o si pides algún tipo de ayuda o de beca, o...
Solo se me ocurren dos explicaciones. Fuimos una generación de inútiles, de personas grises, o más que grises transparentes, o más que transparentes invisibles. Y dos, todos están muertos. Una plaga terrible y silenciosa fue acabando con sus vidas lentamente, discretamente, sin despertar alarmas. En ese caso, ¿cuánto me queda a mí?
martes
lunes
Dicen que los gatos tienen siete vidas pero, en realidad, quienes verdaderamente tenemos siete o más vidas somos las personas. Hasta que un día llegamos a Berlín y encontramos una parcela en la que construir la casa donde estaremos el resto de nuestras vidas.
Hoy voy a empezar
a construir
la casa donde estaré
para toda la vida.
Voy a recorrer
esta ciudad
voy a llegar hasta el mar,
el mar me cura la herida.
Y voy a saltar
voy a llegar hasta otra ciudad
para toda la vida.
Veo la pared,
donde colgué
las fotos que acumulé
durante toda la vida.
No reconozco a nadie
y sin embargo cuando pienso
que eran rostros que ayer
eran toda mi vida.
Sé que ya no estoy
y que no quiero mirar la pared
nunca más en la vida.
Hoy voy a empezar
a construir
la casa donde estaré
para toda la vida.
Voy a recorrer esta ciudad,
voy a quedarme en Berlín
para toda la vida.
Hoy voy a empezar
a construir
la casa donde estaré
para toda la vida.
Voy a recorrer
esta ciudad
voy a llegar hasta el mar,
el mar me cura la herida.
Y voy a saltar
voy a llegar hasta otra ciudad
para toda la vida.
Veo la pared,
donde colgué
las fotos que acumulé
durante toda la vida.
No reconozco a nadie
y sin embargo cuando pienso
que eran rostros que ayer
eran toda mi vida.
Sé que ya no estoy
y que no quiero mirar la pared
nunca más en la vida.
Hoy voy a empezar
a construir
la casa donde estaré
para toda la vida.
Voy a recorrer esta ciudad,
voy a quedarme en Berlín
para toda la vida.
martes
En 1988 yo era un recién llegado a Madrid. Compartía piso con tres amigos y la novia de uno de ellos. Se llamaban Alejandro, Pablo y Patxi. Ella se llamaba Fátima pero se hacía llamar Fa. Era un piso grande, lleno de habitaciones, que Alejandro había heredado de sus abuelos. No sé si sus abuelos habían fallecido o si simplemente se habían jubilado y se habían mudado al pueblo, nunca lo pregunté. Pagábamos una cantidad miserable por la habitación, algo así como quince mil pesetas por cabeza. Era precio de amigo, precio de muy amigo. A cambio soportábamos la presencia de Fa.
- Aquel año hubo una huelga general contra el gobierno de Felipe González. Nicolás Redondo le dijo en la televisión a Carlos Solchaga que su problema "eran los trabajadores". El país entero se paralizó. Luego hubo una manifestación multitudinaria. Yo participé en ella. Durante años conservé la bandera que me dieron unos sindicalistas de Comisiones Obreras con la que pretendí hacer la revolución.
Por su parte, Felipe González se mantuvo en el poder siete años más. Durante este tiempo afloraron incontables casos de corrupción. Durante este tiempo ejerció una sistemática tarea de demolición de toda oposición de izquierdas.
- Unos meses más tarde, pasó por Madrid Daniel Ortega. Patxi y yo fuimos a escucharle. Por aquel entonces, Ortega, que acababa de refrendar en las urnas el triunfo revolucionario de cuatro años antes, vivía acosado por "la contra" norteamericana y por un guerrillero de ideología cambiante llamado Edén Pastora y apodado el Comandante Cero. El auditorio del Centro Cultural de la Villa de Madrid se llenó de un público enfervorecido que, puesto en pie, gritaba: "Nicaragua vencerá". Un año después Ortega perdió las elecciones.
- El nueve de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Los países del socialismo real se revolvían contra su propio pasado y la era de los bloques parecía llegar estar llegando a su fin. El veinte de diciembre de aquel año me subí a un tren que me llevara a pasar las navidades con mi familia pero, antes de hacerlo, me despedí de mis compañeros de facultad con un "siempre nos quedará Ceaucescu". Dos días más tarde, mientras los niños de San Ildefonso cantaban la lotería, los rumanos se levantaron contra su gobierno. Tres días después Ceaucescu y a su mujer fueron ejecutados.
Creo que está claro porqué me llamo Leopoldo. Para desencanto el mío y no el de Panero.
- Aquel año hubo una huelga general contra el gobierno de Felipe González. Nicolás Redondo le dijo en la televisión a Carlos Solchaga que su problema "eran los trabajadores". El país entero se paralizó. Luego hubo una manifestación multitudinaria. Yo participé en ella. Durante años conservé la bandera que me dieron unos sindicalistas de Comisiones Obreras con la que pretendí hacer la revolución.
Por su parte, Felipe González se mantuvo en el poder siete años más. Durante este tiempo afloraron incontables casos de corrupción. Durante este tiempo ejerció una sistemática tarea de demolición de toda oposición de izquierdas.
- Unos meses más tarde, pasó por Madrid Daniel Ortega. Patxi y yo fuimos a escucharle. Por aquel entonces, Ortega, que acababa de refrendar en las urnas el triunfo revolucionario de cuatro años antes, vivía acosado por "la contra" norteamericana y por un guerrillero de ideología cambiante llamado Edén Pastora y apodado el Comandante Cero. El auditorio del Centro Cultural de la Villa de Madrid se llenó de un público enfervorecido que, puesto en pie, gritaba: "Nicaragua vencerá". Un año después Ortega perdió las elecciones.
- El nueve de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Los países del socialismo real se revolvían contra su propio pasado y la era de los bloques parecía llegar estar llegando a su fin. El veinte de diciembre de aquel año me subí a un tren que me llevara a pasar las navidades con mi familia pero, antes de hacerlo, me despedí de mis compañeros de facultad con un "siempre nos quedará Ceaucescu". Dos días más tarde, mientras los niños de San Ildefonso cantaban la lotería, los rumanos se levantaron contra su gobierno. Tres días después Ceaucescu y a su mujer fueron ejecutados.
Creo que está claro porqué me llamo Leopoldo. Para desencanto el mío y no el de Panero.
jueves
La barra verde me indica que la descarga se ha completado. Grabo el archivo en un cd virgen y lo meto en el reproductor. Pulso la tecla del play. Los títulos de crédito aparecen cortados. Se suceden nombres sin apellidos: Samantha, Alexia, Megan, Lupita. Dirigida por Mister Inches.
Una señora cuya cara me recuerda muchísimo a Esperanza Aguirre conduce un coche. Llega a una especie de chalet. Entra. Recorre un pasillo. Accede a un dormitorio. Abre un armario. Coge una percha de la que cuelga un traje de cuero que arroja sobre la cama. Se desviste cuidadosamente. La cámara se detiene en su pecho. La señora que se parece a Esperanza Aguirre se humedece los labios. Está completamente desnuda. La cámara nos muestra su sexo rasurado. Luego se viste con el traje de cuero. Sale del dormitorio. Llega a un salón con un gran sofá blanco. Suena el timbre de la puerta.
La cámara nos muestra a un tipo con gafas y el pelo rizado. ¿A quién me recuerda? No caigo. El tipo abre la puerta del chalet y entra. La mujer que se parece a Aguirre le espera en el sofá agitando una fusta. Cuando se encuentran ella pone uno de sus pies sobre el sofá. El tipo se arrodilla y comienza a lamer la punta de cuero. Ella le azota. ¡Ya lo tengo! El a quien me recuerda es a Gallardón. Ella le ordena que se desvista. El se quita la camisa. La imagen se interrumpe. ¿Interferencias? De repente la imagen salta a otra cosa. Es el público de un concierto. La cámara enfoca el escenario y es Ramoncín, que nos acaba de colar un fake para que no nos descarguemos porno en internet.
¡Mierda!
Una señora cuya cara me recuerda muchísimo a Esperanza Aguirre conduce un coche. Llega a una especie de chalet. Entra. Recorre un pasillo. Accede a un dormitorio. Abre un armario. Coge una percha de la que cuelga un traje de cuero que arroja sobre la cama. Se desviste cuidadosamente. La cámara se detiene en su pecho. La señora que se parece a Esperanza Aguirre se humedece los labios. Está completamente desnuda. La cámara nos muestra su sexo rasurado. Luego se viste con el traje de cuero. Sale del dormitorio. Llega a un salón con un gran sofá blanco. Suena el timbre de la puerta.
La cámara nos muestra a un tipo con gafas y el pelo rizado. ¿A quién me recuerda? No caigo. El tipo abre la puerta del chalet y entra. La mujer que se parece a Aguirre le espera en el sofá agitando una fusta. Cuando se encuentran ella pone uno de sus pies sobre el sofá. El tipo se arrodilla y comienza a lamer la punta de cuero. Ella le azota. ¡Ya lo tengo! El a quien me recuerda es a Gallardón. Ella le ordena que se desvista. El se quita la camisa. La imagen se interrumpe. ¿Interferencias? De repente la imagen salta a otra cosa. Es el público de un concierto. La cámara enfoca el escenario y es Ramoncín, que nos acaba de colar un fake para que no nos descarguemos porno en internet.
¡Mierda!
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